Advertencia

Este blog está dirigido a un público adulto y puede contener textos o imágenes de carácter sexual y/o erótico, o resultar ofensivo para determinadas creencias o estándares morales.

28 de noviembre de 2007

Madrid (II)



Madrid es un charco en una mañana soleada y una mendigo sonriente con cartera de ejecutivo. Es un tío con camisa azul y corbata amarilla. Es un coche reventado y un caballo de hojalata.

Madrid es el amor un día lluvioso de noviembre en una estación de metro. Es un puto claxon constante. Es una pesadilla que no ladra.

Madrid rompe el corazón en la guitarra española de un desconocido. Es un "Arfonzo" en una "Soleá". Son los Ángeles de Charlie veinte años castigando el hígado.

Madrid es a Madrid lo que es al metro la suma de las cifras del número de la suerte 30424, igual a 13. ¿Quieres esta estampa, que es gratis? Es la Virgen...

Madrid es la ramera de las manos largas, la misma que no te quiere besar.


Lee este texto escuchando...

22 de noviembre de 2007

La elegida



Hoy la he visto.
Era guapa
y muy atractiva,
aunque no explosiva.

Tenía las piernas tatuadas
como con tatuajes chinos.
La llamábamos
la mujer de las piernas de mármol.

La acompañaba una extraña mascota,
un "grutesco"
que parecía salido
de una catedral gótica.

Intenté matarlo,
pero no lo conseguí
(Y eso que...
lo incineré vivo)

Su cabello era castaño,
y los ojos grandes y almibarados.
Desde que la vi supe que era la elegida.
¡Qué fáciles son entonces las cosas!

¿No te has cruzado alguna vez
con la mujer de tu vida?
Tú sabes que ella es,
ella sabe que tú eres.

Nunca antes os habéis visto,
pero vuestras miradas se cruzan
y los dos lo sabéis. Los dos.
Después, ese momento pasa para siempre...


Lee este texto escuchando...

16 de noviembre de 2007

Balazul



Él la miró a sus profundos ojos verdes, brillando bajo el rojo y bello atardecer, y la preguntó -¿Quieres venirte a vivir conmigo?
Y ella, con un simple gesto de asentimiento, y sin quitar la vista de sus ojos, contestó desde lo más profundo de su corazón.
-Sí.
-Sólo te pediré una cosa, cariño.
-Dime, amor.
-Tengo en una de mis habitaciones un cofrecito que guardo cerrado con llave. Por favor, por nada en el mundo lo abras.
-¿qué guardas en él, que sea un secreto para mí? – Inquirió ella, sonriente.
-Nada que pueda interesarte, pero, por favor, no lo hagas.

Y así, ella se fue a vivir con él. Durante un tiempo, tal vez unos pocos años, su vida fue plena armonía. Entendimiento durante el día, calor en la tarde y sexo en la noche. Pero un día Balazul tuvo que irse de viaje por motivos de trabajo, y tuvo que ausentarse de la casa por unos días.

Ella, que ya había olvidado la historia del cofrecillo, encontró la llave mientras limpiaba el despacho, en uno de los cajones de la mesa de Balazul. En principio no pretendía abrir el cofre, pero según pasaban las horas su curiosidad podía más

¿Qué ocultaría en aquel cofre tan importante como para que no lo abriera? ¿Acaso no confiaba en ella?

Las horas transcurrían lentas, y la llave estaba en su mano. Tal vez si echara un vistazo y luego cerrase el cofre, él no se enteraría… pero no, no podía hacerle eso. Él confiaba en ella… ¿O no? ¿Por qué no quería que abriese el cofre?

Finalmente, su curiosidad fue más fuerte que la prohibición, y abrió el cofrecillo.

Dentro había gran cantidad de papeles. Todos estaban escritos, y los primeros que leyó eran relatos, historias fantásticas, algunos de ellos muy bellos. También encontró ensayos y pensamientos más oscuros, reflexiones sobre la vida, la muerte, la felicidad, la suerte del destino… Pronto llegó a poemas y textos de tinte más romántico, y otros tantos de carácter erótico, así como varias cartas apasionadas de diferentes mujeres escritas con fogosas palabras, algunas de ellas las había oído de su boca, otras no. Mujeres que sin duda pertenecían a un lugar en el pasado de Balazul. O tal vez no tan pasado. Siguió rebuscando en el cofrecillo, y encontró entonces gran cantidad de fotos de mujeres. No sólo de aquellas del pasado que ella creía conocer, también de otras de las que no tenía referencias. En ninguna de las fotos salía él, pero sabía que siempre estaba detrás de la cámara. Algunos de los lugares de las fotos también los conocía, incluyendo la casa en la que vivían.

Aquellas mujeres le miraban con caras de amor, de ternura, pero también de sexo, de deseo, de placer a punto de derramarse y de placer disfrutado. Fotos de atardeceres como el que había vivido con él, o en distintos lugares del mundo, u otras mucho más sexuales, en las que ellas aparecían desnudas en diferentes poses más o menos provocativas o explícitas, a veces atadas, o con objetos fetichistas, o lencería de látex o cuero, entre otras.

Al fondo del cofre todavía encontró algunos objetos muy personales, como pulseras, braguitas, pañuelos, collares, tarjetas escritas con nombres y teléfonos, y otros pequeños y extraños regalos.

No podía ser verdad lo que estaba viendo, era una pesadilla, así que no pudo evitar llamarle por teléfono.

-Cariño… estoy viendo algo, pero… son algunas fotos… pero… pero… no las has hecho tú ¿Verdad?
-Has abierto el cofre ¿Verdad?
-Por favor, ven lo antes posible…

Ella colgó el teléfono y rompió a llorar…


Lee este texto escuchando...

(Basado en Barba Azul, de los Hermanos Grimm)
El descubrimiento de esta versión de la canción corresponde al blog de Kasandra

13 de noviembre de 2007

Por eso


En el fuego, el sabor de lo prohibido
hace que todo cobre más intensidad
Porque el pecado atrae al truhán
Como al hierro puro el imán.

Por eso robé el beso de la Dama de la Torre
Por eso penetré en el castillo de la princesa
Por eso monté a aquella doncella en mi caballo
Por eso me magreé con la mujer del jefe de policía.

Y es que el bien y el mal
No existen en este lado del infierno
Aquí sólo importa conquistar
No importa si hay que robar.

Y es que el premio está por llegar
Soñar sin cerrar los ojos
Volar con las alas robadas a un ángel
Quemarse con la humedad de unos labios abiertos.

Por eso robé el beso de la Dama de la Torre
Por eso penetré en el castillo de la princesa
Por eso monté a aquella doncella en mi caballo
Por eso me magreé con la mujer del jefe de policía.



Lee este texto escuchando...

7 de noviembre de 2007

Paty


Siempre me ha podido la ingenuidad. Supongo que la veo como un filtro a través del cual sólo se cuela lo genuino, lo auténtico. Fuiste la primera a la que tomé en serio, tal vez por tu nobleza y transparencia.

Y tú eras así. Ingenua, sincera y buena persona. Un pedazo de cielo que no era para mí.

De ti recuerdo tu extrema sensibilidad artística, haberte visto llorar con un texto escrito por mí de apenas tres líneas, aquellos regalos ilusionados que nunca me gustaban, “El arte de amar” de Erich Fromm, o un coche de madera que encontré el otro día en un trastero, pero que nunca he tirado; los libros de Hermann Hesse y los conciertos de música que, mira tú por dónde, es de lo que vives ahora… Eras puro sentimiento, disquisiciones morales, y eterna inseguridad. De tu cuerpo, tus piernas de terciopelo, tu coño ordenado y tierno, tus pechos como quesitos gallegos, tu boca grande e inexperta y tu sonrisa amplia y sincera.

Antes que amar a otras en la oscuridad preferí ser noble contigo. Estuviste esperando mucho tiempo después de aquello, más de diez años, mientras soñabas pesadillas conmigo y veías otras mujeres a lo lejos amándome desordenadamente.

La última vez que te vi ya no eras aquella chavala de diecinueve años. Fue en un entierro. Conservabas el espíritu que conocí de ti bajo el abrigo, bajo el peso del tiempo y la rutina desesperanzada que ocultaba tanto valor y tanto que ofrecer.

Apostaste sobre seguro, pero renunciaste a ser feliz…



A Paty

1 de noviembre de 2007

Ayer


Fue ayer cuando te bañabas todavía en la calle, bajo una manguera, ante las miradas furtivas de los chicos que te observaban sin que te dieras cuenta,
Fue ayer cuando chapoteabas y te tirabas inconscientemente de cabeza en ese turbio río donde todos los años moría alguien ahogado,
Fue ayer cuando hurtabas aquellos ajados juguetes que querías disfrutar y que luego tenías que esconder.

Fue ayer cuando tus novios te esperaban a la salida del colegio, subidos a un árbol mientras te miraban corretear por el patio,
Fue ayer cuando tus familiares te pegaban aquellas palizas que te tenían recluida sin colegio para que nadie viera las marcas de los golpes en tu cuerpo,
Fue ayer cuando dormías bajo techos de uralita oyendo a la lluvia repiquetear soñando que al despertar se irían las nubes para siempre.

Fue ayer cuando coloreabas el atardecer entre los árboles que alcanzaban tu ventana,
Fue ayer cuando el sol lamía tu febril cinturita inocente todavía sin lascivia,
Fue ayer cuando eras feliz jugando con los hermanos que perdiste en tu camino.

Fue ayer cuando te relamías con la fruta que encontrabas a tu paso;
Fue ayer cuando tus amigas eran de verdad tus compañeras de aventuras;
Fue ayer cuando te robaron tu infancia alegre y dura al mismo tiempo.

Fue ayer cuando sonreías al presente, porque nadie escribió el futuro para ti;
Fue ayer cuando llevabas esas falditas que dejaban ver tu cuerpo de miel;
Fue ayer cuando te lanzaste tú sola a la vida

Fue ayer cuando tuviste un hijo que hoy ha crecido y ya no te llama “mamá”.
Fue ayer cuando te fuiste, insensata y valiente, tras mi traición.
Fue ayer cuando me dejaste ir…


A Alguien que nunca leerá este texto