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26 de abril de 2007

Lluvia sobre Vigo



Era de Vigo. De ese Vigo siempre lluvioso que tantas veces nos ha pintado Wilde. La conocí una noche lluviosa, en Galicia, en un pueblecito de A Costa da Morte donde había llegado poco menos que por casualidad. La niebla cubría todo más allá del lugar donde estábamos, de manera que era como si el mundo se redujese a aquel pequeño lugar y las gentes que por él vagaban.
Yo no la buscaba, pero el destino la puso en mi camino. Me acerqué a ella, que se encontraba en ese momento charlando con otro hombre, e hice una pregunta sin importancia. Comenzamos a entablar una conversación improvisada, de esas que salen de forma natural. Y decidimos continuarla ella y yo, a lo largo de la noche, solos en un bar donde había tan sólo tres almas.

Tenía veinticuatro años, el pelo largo, tremendamente largo, y era rubia y alta. Los ojos entre azules y grises, sinceros, una promesa. Era como había imaginado siempre a una guerrera celta.
Pronto de su boca dejaron de fluir las palabras para fluir los besos. En medio de aquella noche lluviosa dos personas se encontraron y se fundieron en sus labios al dictado de la pasión y del calor de un garito oscuro a punto de cerrar.
Y continuamos en mi tienda de campaña lo que habíamos empezado poco antes... Hasta aquí podría ser una aventura como tantas, pero no, aquí comienza realmente la historia, lo mágico de aquel encuentro casual.

A la mañana siguiente nos cruzamos de nuevo.
Así que la sonreí y la dije “Vámonos a Portugal. Cojamos nuestras motos. Enséñame estas carreteras…”
Y ella me miró, se lo pensó, me sonrió, y me respondió “Vale.”
Echamos las tiendas y los sacos de dormir a nuestras motos e iniciamos una ruta que nos llevó por carreteras secundarias y llenas de curvas, de maizales y hórreos, y de los múltiples matices de ese verde intenso que compone Galicia aquí y allá, hacia Santiago de Compostela, Orense, Pontevedra…

Aquella tarde, cuando la vi salir de la ducha observé cuidadosamente su cuerpo. Era fuerte y atlético, como el de una amazona. E hicimos el amor. Y al día siguiente desperté envuelto por su cabello felino, bajo un sol que parecía haber olvidado las lluvias anteriores.
Rodamos kilómetros sobre nuestras monturas, me llevó por rutas para mí desconocidas, entre paisajes cerrados y sombras, entre curvas y rayas blancas y amarillas, entre las playas bañadas por el Atlántico y las orillas del Miño, entre risas y abrazos.
Montamos en barco, y al atardecer me guió hasta un lugar desde el que se veía increíblemente cerca la puesta de sol tras las islas Cíes. Parecía que podías pegar un salto y sentarte allí, en las Islas, para retrasar unos minutos más la puesta, o la propia vida.
Después… se hizo tarde. Nos besamos. Y me fui.
“Llámame” me dijo. Pero nunca la llamé, y nunca más la volví a ver.

Y sé que cuando llueve en Vigo, llueve también sobre ella…

Lee este post escuchando...

A Reyes. A Wilde

21 comentarios:

Anónimo dijo...

Quizá algunas aventuras no deban alargarse, para poder ser recordadas de esa manera, cuando se trasladan a la vida real pierden cierta magia..

Norah Jones, está genial, me encanta su música.

Ana dijo...

Bonita historia Balanegra. Un viaje perfecto sin haberlo planeado. Cuantas veces suceden cosas así... y son las que mejor se recuerdan (en caso de que no sea una historia imaginada ;-))

Un besito.

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

Llover, volar ...

Recordar ...

Es que hay historias que empiezan realmente con el adiós. De nuevo amigo SUPERBALA (hoy, ahora) el dos más dos vuelve a ser cinco...

Decía el genio: la vida no se mide por las veces que respiras, sino por las veces que te quitan el aliento...

un abrazo! decir gracias no, porque hasta eso sobra...

superior.

BalaNegra dijo...

Susana, a veces uno puede crearse sus propios mundos. Pueden ser virtuales, como internet, o pueden ser escapadas de fin de semana, de vacaciones... breves espacios de tiempo en los que dejas colgado el traje gris y eres quien de verdad te gustaría ser...

Cosichka, real o imaginario ¿Qué más da? La cuestión es poder sentirse libre, pero en cualquier caso no deja de ser algo dentro de nosotros mismos (como dice Güilde, las cadenas están en tu mente)

Güilde, muchas gracias. Me alegro de que te haya gustado. Me gusta cómo hablas de Vigo. Veía que sólo te cansan un poco los días lluviosos... ya ves que también pueden ser días para recordar. Me he reído con tus aplausos. Ya sabes que esta entrada es para ti. Saludos.

Ana dijo...

Yo sólo intento tirar de la lengua X-D

pero ese a Reyes creo que me ha contestado ;-P

Anónimo dijo...

Pues yo debo de crearme mi propio mundo con la música, tal y como digo hoy en la entrada, pero está claro que hay más mundos..

Marisa Sonrisa dijo...

Yo adoro la lluvia, quizás por que nací en un mes lluvioso, quizás por que aquí en Sevilla llueve poco, quizás porque me traé recuerdos.
besos

BalaNegra dijo...

Sí, Sonrisa, tal vez por recuerdos, tal vez por romanticismo, tal vez porque vivimos en sitios secos... :-)

Anónimo dijo...

Matizo; adoro la lluvia cuando no llueve ... Ok?

BalaNegra dijo...

(risas) claro ¡vale, vale!
Ya me extrañaba a mí...

OhLoto! dijo...

Y cuando llueve en Vigo... ¿llueve también sobre tí? ¿O te sobrevuela la musa?

Me uno a los aplausos de Wilde. Simplemente GENIAL.

Besitos :)

OhLoto! dijo...

Por cierto, si mi memoria no falla, puedo decir que esta historia es totalmente cierta. :)

BalaNegra dijo...

Gracias, Ohloto! No, cuando llueve en Vigo no llueve sobre mí... ¿La musa? Creo que no está ligada a ninguna ciudad...
Bueno, ya has respondido a Cosichka (sonrisa)...

Anónimo dijo...

por cierto visitame en http://lavozdelaniebla.blogspot.com ; no le doy mucha publicidad, pero es más cien por cien relacionado con el sublime vocabulario que tenemos en este sector...

salut!

Elbereth y su silencio dijo...

Amigo, me han gustado más otros. Sólo quiero ser sincera. No quiero decir que no me guste.!!!

Pero es que no me lo he terminado de creer, independientemente de que sea verdad o mentira.

Y tú dirás:¡y a mí que me importa! Pues, leches, tienes razón. Sólo pretendía...¿ser sincera?

Te digo lo que más me ha gustado: "Yo no la buscaba, pero el destino la puso en mi camino" “Llámame” me dijo. Pero nunca la llamé, y nunca más la volví a ver.

Y sé que cuando llueve en Vigo, llueve también sobre ella…"

Un beso muy grande, sigo pensando que escribes muy bien.

BalaNegra dijo...

Gracias, Elbereth, por tu sinceridad, y por tu comentario... yo creo que te gustan más las partes más artísticas, y las que literariamente tienen más fuerza (sonrisa) Es curioso que la primera frase que has dicho (yo no la buscaba...) estuve a punto de no ponerla porque me parecía un poco arrogante. Al final me alegro de haberla dejado. Continuaré trabajando en los relatos...

TORO SALVAJE dijo...

Un relato espléndido, realmente no importa si es cierto o no, lo que importa es que es bello.

Saludos.

BalaNegra dijo...

Torosalvaje, llevo tiempo disfrutando con tus poemas. Gracias por pasarte por aquí y por tu comentario.