Advertencia

Este blog está dirigido a un público adulto y puede contener textos o imágenes de carácter sexual y/o erótico, o resultar ofensivo para determinadas creencias o estándares morales.

24 de marzo de 2007

El Sr. T. (Héroes-I)



El Sr. T. trabajaba en las oficinas de una gran compañía de seguros. Era un hombre tranquilo y de poca conversación. No solía caer en las discusiones tópicas con las compañeras, ni hablar de mujeres con los compañeros. No intercambiaba correos electrónicos ni comentaba sus fines de semana, y se sabía poco de él. Usaba gafas, tenía poco pelo ya en la cabeza, y un evidente problema de sobrepeso que parecía no preocuparle en absoluto.

No vestía trajes nuevos, y era obvio que a su ropa le faltaba el toque de una mano femenina. Para concluir, se desplazaba de su casa al trabajo en una vieja vespa de un desvahído color rojo ácido. No era un hombre antisocial, simplemente no resultaba interesante a primera vista.
Tampoco resultaba especialmente interesante a sus jefes. No solía quedarse por las tardes a hacer horas extras no remuneradas, ni hacía nada especial por destacar. Simplemente cumplía con su trabajo. Decididamente, el Sr. T no era un hombre atractivo.

Una mañana de otoño hubo un incendio en la primera planta de su edificio, en el que trabajaban cerca de cuatrocientas personas. El Sr. T no tuvo problemas para salir de allí, ya que se sentaba cerca de la entrada, en un lugar donde todo el que entraba prácticamente se lo encontraba mirando a la pantalla de su ordenador.

Como decía, pudo salir sin mayores complicaciones del edificio. Allí fuera, mirando desde la acera empezaron a juntarse varios trabajadores de la empresa. Muchos de ellos con trajes caros e impecables, con corbatas a juego y bien planchadas, con pulcros peinados y afeitados, pero con el rostro desencajado ante lo que estaban viviendo. Todos juntos contemplaban cómo se quemaba implacablemente el edificio donde instantes antes estaban trabajando y cómo continuaba saliendo gente de éste, cada vez en condiciones más precarias, mientras esperaban la llegada de los bomberos y los servicios de emergencia.

Podría decir que fue un acto impulsivo, una locura, pero faltaría a la verdad. El Sr. T. se lo pensó dos veces, sabía que se jugaba la vida cuando decidió meterse de nuevo en el edificio a intentar ayudar a las personas que todavía no habían conseguido salir de aquel infierno. Subió las escaleras hasta el primer piso con un pañuelo tapándole la boca y nariz, y cerca de su puesto encontró bajo la humareda cada vez más densa dos cuerpos de mujeres que habían perdido el conocimiento asfixiadas por el humo. Cogió a una de ellas en brazos y la bajó sorteando los lengüetazos de las llamas hasta unos metros más allá del portal, cerca de dónde todos contemplaban el fuego asolador.

Los bomberos todavía no habían llegado. “¡Todavía queda gente dentro!” dijo mirando a sus compañeros de oficina al tiempo que intentaba tomar aire para recuperarse. Pero ellos miraron al portal del que acababa de salir el Sr. T y sólo veían fuego y humo ante sus miradas vacías, como si nadie hubiera oído nada. Se oyeron algunos comentarios anónimos del tipo de “¡A ver si llegan ya los bomberos!” “¡Dios mío! ¿Qué vamos a hacer?” “¿Pero dónde están cuando se les necesita?” Sin embargo, nadie se movió.

El Sr. T volvió a sumergirse en la humareda sujetándose un pañuelo a la nariz, sorteando las llamas y subiendo por las escaleras al primer piso. Pero la humareda era cada vez más densa, comenzaban a picarle los ojos y la garganta, y al llegar al primer piso perdió el conocimiento y cayó por el hueco de la escalera desplomándose hasta el bajo.

Cuando despertó en la cama de un hospital, un médico le comentó que tendría problemas con sus cervicales, que tal vez sentiría mareos a lo largo del resto de su vida, además de que sus pulmones habían sido dañados irreversiblemente y que su capacidad pulmonar quedaría reducida al cincuenta por ciento. Durante un tiempo tendría que hacer rehabilitación, pero en líneas generales se recuperaría y podría continuar con su vida como había sido hasta el momento con estas “pequeñas” salvedades.

Tras su baja laboral, el Sr. T volvió a trabajar en el mismo puesto de su oficina, fiel a sí mismo, sin grandes conversaciones, a lomos de su ajada vespa; arrastrando las secuelas de aquel accidente, sin condecoraciones ni artículos en los periódicos, sin premios “al mejor trabajador”, aumentos de sueldo ni pensiones por invalidez parcial, sin reconocimientos que por otro lado él tampoco buscaba.


Lee este post escuchando...

18 comentarios:

Ana dijo...

Pero al menos las personas a las que salvó le agradecerían ¿no?

Si no, vaya gente más desagradecida.

Elbereth y su silencio dijo...

No escribes a diario, pero cuando lo haces es un regalo.

La descripción del personaje, sin necesidad de muchos adjetivos, ni alargamientos, se hace obvia. Nos muestras quién es en pocas líneas.

Sobrio relato de un corazón limpio.

Es triste, como la vida misma. Me ha gustado, mucho.

Buenos días, amigo. Gracias.

Anónimo dijo...

Gran canción siiiiii...

Séneca decía que los héroes solo eran más valientes que los demás cinco minutos, que ni había tanta diferencia...

Yo creo que cualquier persona que tenga algo dentro haría lo mismo que el Sr. T. Yo lo haría sin duda, creo.... mmm

es más fácil ser un héroe cuando tienes poco que perder, ¿verdad?...

1 saludo!

Anónimo dijo...

Qué fue lo que le movió a dar el paso de volver al edificio en llamas?

Acaso fue aprecio por las personas con las que trabajaba? o poco aprecio por su vida?

Quizá fue su CONCIENCIA, quizá en ese tiempo que se tomó para pensárselo tuvo una visión de cómo sería el resto de su vida de no hacer nada.

"Simplemente cumplía con su trabajo", quizá fue ésto.

En los detalles más pequeños es en lo que se diferencia una persona de otra? parece que los héroes son sólo los que realizan grandes hazañas..

Nadie podría reprocharle no haber hecho nada en esas circunstancias, pero ¿por qué? porque es normal o porque es lo común?

Un hombre corriente

P.D.: Aquí te dejo la página oficial de Robbie Williams con sus letras traducidas, quizá ya la conozcas. "No estoy segura de entender"

Anónimo dijo...

Se me olvidaba, me he dado una vuelta por tu blog y la imagen que has puesto en esta entrada es la que más me gusta (ese color es perfecto), con diferencia, también me gustó la foto del puente colgante y la de "sombra eterna", pero ésta tiene algo especial, para mí por lo menos.

Saludos.

BalaNegra dijo...

Primero, agradeceros sinceramente los comentarios a todos. A título anecdótico comentaros que el relato es mío, pero la historia es real :-)
Paso a responderos uno por uno:

Cosichka, ya sabes que me gusta dejar los finales abiertos. Puede que se lo agradecieran, aunque para mí lo importante de este relato es el valor de esta persona.

Elbereth, muchísimas gracias por el cumplido. En tu anterior blog yo leí también algún relato que me gustó mucho (por eso te puse en mis enlaces favoritos :-)) Me encantaría que continuaras en esa línea.

Wilde, sí, la diferencia entre un héroe y alguien que no lo es a veces son treinta segundos, pero creo que en este caso el héroe lo es por convicciones, no por impulsos. Al respecto, tengo pensado continuar con esta serie de relatos, que en común tendrán la temática "Héroes".

Susana, creo que lo que le movió fue su humanidad. Como dice Elbereth, se trata de un corazón limpio. Jugarse la vida no formaba parte de su trabajo, ni obviamente de los compañeros que miraban. De alguna manera, quiero destacar el inmenso tesoro que algunas personas ocultan bajo una apariencia gris. No porque lo oculten, sino porque aparentemente no levantan ningún interés.
Gracias por recorrer mi blog. Por cierto, la foto de Sombra Eterna es un autorretrato... :-)

OhLoto! dijo...

El Sr. T. volvió a nacer, y debería poder elegir una existencia mejor. ¿Por qué volvió a esa oficina?

En cuanto a sus compañeros de apariencia impecable, no son más que "hombres de gris", cobardes y predecibles. Corazones muertos bajo carísimos trajes de Armani. A ésos, ni agua. XD

BalaNegra dijo...

Nadie despidió al Sr. T ¿Por qué tenía que cambiar de trabajo si estaba satisfecho con lo que hacía?
En cuanto a los hombre de gris ¿Estás segura de que te meterías en tu oficina si está ardiendo? No pretendo juzgarlos a ellos, sino resaltar el valor del Sr. T. :-)

Anónimo dijo...

mmm....

si el señor T tuviese una preciosa mujer de la que estaba muy enamorado, y dos lindas niñas que fueran la delicia de su vida, se metería en la casa ardiendo sin vacilar??? pensaría en ellas y frenaria sus magnificos instintos solidarios????...

como dije antes, es más fácil ser uh héroe cuando tienes poco que perder. Cuando tus días son largos y llenos de dolor y tus noches laralalalralala cause everybody hearts sometimes.... (no sé por qué me ha salido la canción de REM)...

buenos días...

Anónimo dijo...

everybody hurts (de herir)...

gracias Susana!

Anónimo dijo...

por cierto balanegra, he observado que has corregido ese pixel que sobraba, no te dije nada porque sabía que lo harías tarde o temprano (risas)...

ahora si... PERFECTO!...

1 saludo

Anónimo dijo...

Si lo que le movió fue su corazón limpio y su humanidad que, por cierto, qué distingue la humanidad de las personas sino la conciencia (entre otras cosas? es que no estoy muy ducha en humanidad), supongo que se adentraría igualmente en el edificio, aunque tuviera en casa familia esperándole que, de todas formas, en ningún momento se dice que no las tenga, no?

Creo que todos sabemos por qué las personas de apariencia gris no levantan mucho interés. Son esos niños que no formaban parte del "grupito way" de clase, pero no soñaban con ser aceptados en el grupo? se les pasan las ganas con los años? yo creo que si

BalaNegra dijo...

jaja, sí, Wilde, ese pixel me molestaba :-)
Es cierto que es más fácil ser héroe cuando se tiene menos que perder.
Pero, como dice Susana, creo que hubiera hecho lo mismo con familia o sin ella. Tal vez sea una inconsciencia, o un caso de humanidad inconsciente...
También creo que hoy puedes ser un héroe y mañana un cobarde...

Anónimo dijo...

Si tu lo dices... caperucita y blancanieves también pudieron existir. Joer, a veces leo y parece todo el mundo tan bueno. Al menos no me escudo en la hipocresía, yo no creo que entrase teniendo un precio que pagar. Hoy en día, pues lo haría seguramente sin vacilar. Yo y tú y mis y tus circunstancias...

humildemente...

Anónimo dijo...

Uy nos hemos cruzado balanegra, el comentario ultimo para susanita... (risas)

Anónimo dijo...

^o) (suspiro)

Parece que no lo creo sólo yo.. Además, Balanegra ya nos aclaró que se trataba de un hecho real. Hasta ahora todos nos hemos limitado a opinar sobre lo que hizo ese hombre, el único que habló de lo que haría en ese caso fuiste tu.. piénsalo.

Nada más hipócrita que la eliminación de la hipocresía (Nietzsche)

Como dice la canción de Los Secretos "siempre hay un precio".

Susanita.

Anónimo dijo...

Vamos a ver, de qué estamos hablando? nos pasamos los días leyendo las noticas de lo que sucede en el mundo, quejándonos de que nadie hace nada, que los políticos son una mierda, etc. pero cuando tenemos delante a una persona que en un momento dado hizo algo divagamos sobre esto y lo otro, acaso lo que pedimos a gritos a diario no es que alguien haga algo?, si no creemos en personas como éste señor, por qué perdemos el tiempo mortificándonos con un posible futuro mejor, con mejorar las cosas? lo mandamos todo a tomar por c.. y listo, pasamos, miramos a otro lado y a divertirse que son dos días.

Sé que el mundo tal y como está nos provoca espasmos cínicos o hipócritas hasta al más pintado, pero acaso las personas que están en medio de conflictos formando parte de una ong, por ejemplo, no tienen familia, ni nada que perder?

Como dijo Balanegra, resaltemos el valor de estas personas, por lo menos eso.

(Esto no va para nadie, simplemente me ha salido así, sé que me voy del tema y quizá no sea apropiado y siento la extensión también, si quieres eliminar el comentario Balanegra, adelante)

BalaNegra dijo...

:-) Como dice Wilde, lo bueno es tener un espacio para nuestras disertaciones. ¿Cómo voy a quitar tu comentario con todo lo que has escrito, Susana? Realmente los dos tenéis razón:
El hombre es el hombre y sus circunstancias (Ortega y Gasset) y es cierto que hay cosas que harías en determinadas circunstancias y en otras no. Pero también lo es que ésto no le quita "mérito" al personaje y que probablemente hubiera reaccionado igual en circunstancias menos favorables. De hecho, no hablo de las circunstancias suyas deliberadamente, y añado en el relato que "se lo pensó dos veces" Eso quiere decir que sabía lo que hacía, y que sopesó los riesgos ante salvar una vida humana.
Y es cierto también que hay gente que a veces te hace creer en la gente... :-)